LA ESQUINA CALIENTE
ASÍ CAYÓ EL REY MIDAS DE HOLLYWOOD

Lo mencionaron más de 30 veces en discursos de los Óscar. Produjo clásicos como Pulp Fiction y Shakespeare in Love. Tenía el poder de convertir películas pequeñas en fenómenos globales. Pero en 2017, Harvey Weinstein dejó de ser el rey del cine independiente y se convirtió en el rostro de uno de los escándalos más grandes de la historia de Hollywood.

Pero en 2017, su reinado se fue abajo con acusaciones de delitos sexuales. Su caída arrastró un sistema completo y le dio inicio a la revolución del #MeToo. En 2020, fue condenado y creíamos que habíamos terminado con ese tema. Esta semana, la farándula nos volvió a meter en los tribunales para conocer en qué va a parar el magnate que cambió la industria del cine para bien y para mal. Veamos este caso.

Érase una vez

Harvey Weinstein, hoy con 73 años, creció en Nueva York. Estudió en la Universidad Estatal y ahí se mojó los pies como promotor de conciertos de rock. Con su hermano menor Bob, fundó la empresa Harvey & Corky Productions, con la que llevó artistas como The Who y Frank Sinatra a su ciudad.

Pero lo de él era el cine. En 1979, los hermanos crearon la compañía Miramax. Era una distribuidora cinematográfica que se enfocaba en películas independientes, extranjeras o documentales. Con el documental The Secret Policeman’s Other Ball consiguió éxito tanto en taquilla como en crítica. A partir de ahí, Weinstein comenzó su fama de ser un duro del marketing. Él era la persona que lograba que películas pequeñas compitieran en escenarios grandes.

Durante los años 80 y principios de los 90, Miramax fue creciendo con títulos como Sex, Lies, and Videotape (1989) y My Left Foot (1989). En 1993, vendieron Miramax a Disney, pero mantuvieron el control creativo. Así, en 1994, les llegó el gran golpe: Pulp Fiction. Dirigida por Quentin Tarantino, se convirtió en un fenómeno mundial. Ganó la Palma de Oro en Cannes, recaudó más de 200 millones de dólares y fue nominada a 7 premios Óscar. 

Esa película puso a la compañía en el mapa global y convirtió a Harvey como el rey del cine independiente.

Los años de gloria 

Después de Pulp Fiction, Weinstein comenzó sus años mozos con un reguero de películas premiadas y una reputación que lo perseguía. Era el productor más influyente de su generación. Porque no solo era producir las películas, era hacerle campaña. El hombre sabía cómo venderlas, cuándo estrenarlas, qué decirle a los votantes de las premiaciones y a quién había que lamberle.

Enviaba DVDs personalizados, organizaba fiestas privadas y manejaba a la prensa a su antojo. Mucho dinero, mucha presión, y un grupo de expertos en relaciones públicas fajados vendiendo la narrativa. Weinstein no solo fabricaba películas, también fabricaba ganadores.

¿Funcionaba? Claro que sí. En 1997, Harvey Weinstein impulsó El paciente inglés hacia 9 Óscars. En 1999, Shakespeare in Love venció a la favorita Saving Private Ryan, un resultado por el que los amantes del cine todavía lloran. En 2003, su estudio rompió récords con 40 nominaciones y se llevó 9 premios, incluyendo Chicago como Mejor Película. En 2005, los hermanos dejaron Miramax y fundaron The Weinstein Company. 

Los críticos de cine, medios estadounidenses y hasta los votantes de la Academia, le apodaron “el mago de los premios”, o el “Rey Midas”. Sí, por la mitología griega, donde el rey Midas tenía el don (o la maldición) de convertir en oro todo lo que tocaba. 

El comienzo del fin

Un Oscar significaba más inversión, más contratos y más gente dispuesta a lo que sea para conseguir su bendición. Durante décadas, las celebridades contaban el chistecito de que quién quería triunfar en Hollywood tenía que pasar por el sofá de Weinstein. 

La bomba explotó el 5 de octubre de 2017, cuando The New York Times publicó un reportaje en el que varias mujeres acusaban a Harvey Weinstein de acoso sexual. Unos cuantos días después The New Yorker le echó leña al fuego. Profundizaron sobre violaciones, intimidación, acuerdos de confidencialidad y una red de cómplices que incluía asistentes, abogados y ejecutivos. El chiste dejó de tener gracia.

Más de 80 mujeres salieron a declarar públicamente, incluyendo actrices y asistentes de producción. Era demasiado grande para ignorar, así que las consecuencias empezaron de una vez. Lo despidieron de The Weinstein Company, lo expulsaron de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, y su esposa le pidió el divorcio.  Y a nivel global, se empezó a cocinar lo que hoy se conoce como el "efecto Weinstein".

Hashtag yo también

A raíz de las acusaciones explotó el hashtag #MeToo, que significa Yo también. Es decir, “Yo también fui acosada, yo también fui abusada, yo también me quedé callada”. El término no nació con Harvey. Existía desde 2006, creado por la activista afroamericana Tarana Burke, quien trabajaba con víctimas de violencia sexual en comunidades vulnerables.  

Sin embargo, fue el grito de lucha que se utilizó en el caso a nivel global. Actrices como Ashley Judd, Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie y Uma Thurman salieron a hablar. Y no solo fueron las estrellas. Productoras, maquillistas, asistentes, meseras, periodistas, abogadas y trabajadoras domésticas también salieron a hablar. Mujeres (y algunos hombres) de todas partes contaron historias que llevaban años guardadas por miedo o vergüenza.

Pero Weinstein no cayó solo. El caso abrió la caja de Pandora y otros nombres poderosos empezaron a caer. Kevin Spacey, acusado de conducta sexual inapropiada con hombres jóvenes; el comediante Louis C.K., quien admitió haberse masturbado frente a varias colegas sin su consentimiento; Matt Lauer, presentador de NBC que fue despedido tras múltiples denuncias. Y la lista sigue. 

Después de eso, la industria se volvió más cuidadosa y menos permisiva con comportamientos inapropiados. No perfecta, pero mejor.

El histórico judicial

En 2020, un jurado en Nueva York lo declaró culpable de violación en tercer grado contra la actriz Jessica Mann y de agresión sexual contra Miriam Haley. Le cayeron 23 años de cárcel. El juicio fue tan mediático como te lo imaginas. Dos años después, otro jurado en Los Ángeles lo condenó por un caso de 2013, con una segunda sentencia de 16 años. Entre una cosa y otra, casi 40 años de prisión.

Creíamos que ahí saldríamos del tema, pero en abril de 2024, el Tribunal de Apelaciones del estado de Nueva York anuló la condena de 2020. Dijeron que el juez del primer juicio permitió que mujeres cuyos casos no estaban directamente relacionados con los cargos en cuestión testificaran. Grave error. Según la corte, eso pudo haber influido indebidamente en el jurado, violando el derecho de Weinstein a un juicio justo. 

Por eso, en el lado más conservador hubo quienes empezaron a decir que el proceso original no se manejó de forma justa. Que Weinstein fue el chivo expiatorio del #MeToo, y que si uno revisaba los detalles con calma, había razones para cuestionar cómo se llevó el caso. Así que el tema volvió a la mesa y se agendó un nuevo juicio para abril de 2025.

Mientras tanto, Weinstein siguió cumpliendo la otra condena, preso en California.

¿La escena final?

En abril de este año, lo trasladaron desde la cárcel de California hasta Nueva York. Esta semana, el juicio reprogramado finalmente llegó a una conclusión. Repasemos los cargos que se retomaron. Miriam Haley, ex asistente de producción, declaró que Weinstein la obligó a practicarle sexo oral en su apartamento en 2006. Kaja Sokola, quien tenía apenas 16 años cuando ocurrió su presunto abuso, también testificó. Jessica Mann, actriz, compartió lo que vivió en 2013.

El nuevo juicio tuvo de todo: testigos, tensión y hasta líos entre los del jurado. Después de varios días deliberando, lo declararon culpable en el caso de Miriam Haley, lo absolvieron en el de Kaja Sokola y, ayer, el de Jessica Mann quedó anulado porque el jurado no logró ponerse de acuerdo. Ese último fue el más complicado: hubo discusiones internas, amenazas veladas y el presidente del jurado dijo que no podía seguir en ese ambiente hostil. Otro miembro del jurado hasta llegó a decirle “te agarro en la bajaita” para que cambie su parecer. 

Pero la fiscalía dijo que este cuento no ha terminado y ya hay otra audiencia programada para el 2 de julio, para seguir con el caso de Jessica. De todas maneras, lo más probable es que pase lo que le queda de vida entre celdas y tribunales. La pena que le espera es de hasta 25 años de prisión, más los 16 que ya está cumpliendo. Todo parece indicar que el hombre que fue villano en la vida de muchos fue derrotado.

EL POST DE LA SEMANA
EL CORTECITO DE LA DISCORDIA

Todo comenzó hace 6 meses en una entrevista con Alofoke, donde El Blachy contó que tenía buena relación con Yulay, comunicadora del equipo de Alofoke Radio. Dijo que ella era fan de su música, que se escribían por DM  y que ella le preguntaba por sus fiestas. Él incluso le reservaba mesa, como apoyo entre figuras públicas. 

Pero el pasado fin de semana, en El Punto de Jessica, volvieron al tema y se le fue la lengua. Dijo que la compañera de panel de Yulay, Caro Brito, comentó que había visto unos DMs suyos. Como para no quedarse como el que estaba atrás de ella, dijo que era Yulay la que estaba enamroada de él. Que quizá ella sentía algo, pero que “no era su tipo” y lo dijo con una risita de sobrao. 

Yulay no se quedó callada. Le dijo que quien se humilló fue él, que fue poco caballeroso, y que no venga a hablar de “tipos” cuando se va con cualquier grillo de las fiestas. Subió screenshots de los mensajes medios coquetos y le recordó que él es casado.

Blachy respondió diciendo que tenía más capturas “sin editar”, pero cuando Alofoke los puso en llamada, se le bajó el humo de una. Yulay le dejó caer que si ella quería, subía a todas las mujeres con las que él le pega cuernos a su pareja. Ahí él recogió vela y terminó admitiendo que se expresó mal.

Después de tocar en 93 fiestas en 37 días entre diciembre y enero, parece que el Blachy no se ha recuperado y ese tinte gris más los dientes postizos no lo están dejando pensar claro.

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LA ESTRELLA DE LA SEMANA
HAMILTON

Hace 10 años, Hamilton subió a un escenario por primera vez y cambió para siempre lo que esperábamos de un musical de Broadway. Lo que empezó como una biografía de un padre fundador medio olvidado, terminó siendo un fenómeno cultural. 

Por si no lo conoces, Hamilton cuenta la vida de Alexander Hamilton, un inmigrante del Caribe que se convirtió en una de las figuras clave de la fundación de Estados Unidos. Fue el primer secretario del Tesoro y uno de los autores de The Federalist Papers, pero no era precisamente una celebridad hasta que llegó este musical. Lin-Manuel Miranda escribió la obra, la protagonizó y la llenó de rap, R&B y un elenco racialmente diverso para reimaginar la historia gringa desde otro ángulo.

Las canciones también ayudaron: My Shot, The Room Where It Happens, Wait for It, Satisfied, You'll Be Back,  todas se volvieron virales y el soundtrack fue certificado Diamante en EE.UU. En 2020, la versión filmada del musical llegó a Disney+ y terminó de convertirlo en un clásico pop.

Este 2025, el elenco original se reunió en los Tony Awards para celebrarlo a lo grande, y fue el recordatorio perfecto de por qué Hamilton sigue siendo tan genial. Por la música, por la forma en que humanizó a los próceres, y por cómo nos enseñó que los papeles más polvorientos de la historia pueden hacerte llorar, cantar y hasta rapear.

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Hoy es el 12vo aniversario del grupo coreano BTS, el favorito de la millenial del equipo. Felicidades.