LA ESQUINA CALIENTE
SIN QUERER QUERIENDO

Antes de ser el Chavo, el Chapulín o el Doctor Chapatín, fue Chespirito. Un director lo apodó “Shakespeare chiquito” por lo bien que escribía y por lo bajito que era. El nombre se mexicanizó, y así se quedó Roberto Gómez Bolaños para siempre.

De ahí salió el reguero de personajes que se pegaron a la cultura latinoamericana como si fueran refranes, y que todavía no soltamos.

Tenía casi 40 cuando se puso frente a una cámara por primera vez. Pero desde ese momento, no hubo quien lo frenara. Ahora, casi 60 años después, estrenaron su serie biográfica en HBO Max que se llama Chespirito: Sin querer queriendo. Y eso nos dio la excusa perfecta para hablar del tipo que convirtió la pobreza, el abandono y la torpeza en risas.

Síganme los buenos

Roberto Gómez Bolaños nació en México en 1929. Intentó estudiar Ingeniería Mecánica, pero por suerte para todos, no le fue muy bien. 

En 1951, dio su primer paso en el mundo creativo al entrar como redactor en una agencia publicitaria. Ahí metió mano escribiendo guiones para radio, cine y televisión. Para los años 60, ya era conocido detrás de cámaras y colaboraba en programas como Cómicos y canciones y El estudio de Pedro Vargas. Escribió para el dúo Viruta y Capulina y también aportó escenas y diálogos en algunas producciones de Cantinflas.

De esos años, el director Agustín Delgado le otorgó su apodo porque él decía que era como un “Shakespeare chiquito”. De ahí pasó a Shakespearito y luego a Chespirito que se le quedó para siempre. 

En 1968 a sus 39 años, entró a trabajar en un canal nuevo que luego se convirtió en Televisa. Esa decisión cambió su vida, y las nuestras, para siempre.

No contaban con mi astucia

Ahí lanzó Los supergenios de la mesa cuadrada, un programa de media hora donde, por primera vez, se puso frente a cámara.

En 1970, al programa le estaba yendo tan bien que lo subieron a una hora y le pusieron de nombre Chespirito. Fue ahí donde nacieron dos de sus grandes éxitos: el Chapulín Colorado, un superhéroe torpe que resolvía todo por chepa, y El Chavo del 8, un huérfano con mucha hambre y más corazón.

Gustaron tanto que pronto se convirtieron en la cara del programa de sketches. Con el tiempo, se volvieron íconos de la televisión en toda Latinoamérica. En 1973, El Chapulín Colorado y El Chavo del 8 pasaron a ser programas independientes de media hora cada uno. Empezaron a transmitirse en América Latina y rompieron.

Lo sospeché desde un principio

Como programas independientes, El Chapulín Colorado y El Chavo del 8 estuvieron al aire hasta 1979 y 1980, respectivamente. Luego, volvieron a ser parte del contenido del programa Chespirito, donde salieron hasta 1995. Después, vivieron en nuestras televisiones con repeticiones y retransmisiones. Durante la década de los 70, llegaron a tener una audiencia semanal de 350 millones de personas en Latinoamérica. Se transmitieron en más de 90 países y se doblaron a más de 50 idiomas, incluyendo francés, portugués y japonés. El éxito los llevó a irse de gira por varios países donde actuaban y bailaban en vivo.

Obvio que se estaban ganando sus chelitos. Desde 1992, se estima que El Chavo del 8 ha generado aproximadamente 1.7 mil millones de dólares en ganancias, por derechos de transmisión. La venta de productos de la franquicia, como ropa y juguetes, también dejan su menudito: 24 millones de dólares al año.

¡Todo yo, todo yo!

Chespirito jugaba todas las bases. Fue actor, comediante, escritor, director y productor. La definición de canta, baila y se despatilla. Estuvo en radio, en cine, en televisión y en teatro. A lo largo de su carrera produjo alrededor de 1,300 episodios para sus programas. 

Además, creó una sociedad de personajes que también forman parte de su legado. El Doctor Chapatín, un médico anciano; El Chómpiras, un ladrón torpe; y Chaparrón Bonaparte, famoso porque le daba la chiripiorca.

Junto a esos personajes interpretados por él mismo, Chespirito también trajo a nuestras vidas otras personalidades que complementaban sus hazañas. La mayoría los encontramos en la vecindad junto al Chavo: Don Ramón con su olla, la Chilindrina con su lloriqueo, Quico con los buches inflados, Doña Florinda mandando a no juntarse con la chusma y el Profesor Jirafales cayéndole atrás.

Otros personajes como Ñoño, Gordínez, el Señor Barriga y La Bruja del 71 también aportaban su granito de arena en esa representación de la clase trabajadora.

¡Qué milagro que viene por acá!

Al igual que mucha gente del medio, Chespirito encontró el amor en el set. En 1972, conoció a Florinda Meza, durante las grabaciones de El Chavo del 8.  Aunque su romance comenzó en secreto, el elenco se la llevó pronto. Ambos estaban comprometidos en otras relaciones, lo que complicó el asunto. 

Pero al final lo lograron. Formalizaron su relación a principios de los años 80 y, a diferencia de muchas otras relaciones de famosos, la mantuvieron por más de tres décadas. En el 2004, luego de más de 25 años juntos, se casaron. Florinda fue su pareja, su productora y su defensora número uno. Desde que él murió en 2014, ella no ha dejado de recordarlo.

Se aprovechan de mi nobleza

Con Doña Florinda todo era amor, pero con otros del elenco la cosa fue distinta. Carlos Villagrán (Quico) y María Antonieta de las Nieves (La Chilindrina) tuvieron sus buenos pleitos con Chespirito por los derechos de autor. 

Bueno, no solo por eso. En el caso de Villagrán había otros temas. Aunque ella dice que no, se supone que él tuvo una relación con Florinda. Ese triángulo amoroso creó mucha tensión. Básicamente los dos panas no se soportaban. En 1979, él salió del programa y quiso seguir siendo Quico por su cuenta, pero tuvo que cambiarle el nombre a “Kiko” para evitar líos legales.

Con María Antonieta lo que pasó fue que Chespirito no registró bien al personaje, así que ella lo hizo en 1995. Eso creó una batalla legal que duró más de 10 años, hasta que en 2013 la actriz logró quedarse oficialmente con los derechos de La Chilindrina.

Otro drama con temas de derechos se activó en julio de 2020, cuando anunciaron que El Chavo del 8, El Chapulín Colorado y Chespirito dejarían de transmitirse en todo el mundo. ¿La razón? Un desacuerdo entre Televisa —que tenía los derechos de transmisión— y Grupo Chespirito, liderado por los herederos del comediante. El contrato vencía el 31 de julio de ese año y, como no renovaron, suspendieron las emisiones de una vez.

Que no panda el cúnico

Después de cuatro años de ausencia, en septiembre de 2024, Grupo Chespirito y Televisa se pusieron de acuerdo. Anunciaron el regreso de El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado a la televisión y plataformas de streaming. Los programas están disponibles en la plataforma ViX y se emiten en canales como Las Estrellas y Univisión.

Además, ahora tenemos la serie biográfica Chespirito: Sin querer queriendo, disponible en HBO Max. Sale un episodio nuevo cada jueves, así que si quieres echarle un ojo a la vida y obra de Roberto Gómez Bolaños, esta es la tuya. Fue creada por su hijo, dirigida por David Ruíz y con la actuación de Pablo Cruz Guerrero en el papel de Chespirito. Mezcla elementos de fantasía y realidad para contar la vida personal y profesional de Gómez Bolaños.

Aunque Florinda Meza no está muy contenta con el proyecto, al final llegó a un acuerdo con los productores. En la serie, cambiaron su nombre al de Margarita Ruiz. Carlos Villagrán también pidió que cambiaran su nombre en la serie a Marcos Barragán. Okay.

La serie se estrenó anoche y fue la excusa perfecta para volver a hablar de un genio creativo que nos regaló horas de risas. Aunque Chespirito murió en 2014, sus personajes siguen vivos en cada repetición, en cada meme, en cada frase que soltamos sin pensarlo, como ese clásico: “¿Y ahora quién podrá defendernos?”

Más que un comediante, Chespirito fue un constructor de cultura. Mientras muchos copiaban el humor de afuera, él escribió el nuestro: vecinos chismosos, pagos atrasados y cenas con pan y agua. Agarró el sketch y lo convirtió en serie, con personajes que aún hoy se sienten familiares. Sí, su humor era simple y repetitivo, pero le hablaba a todos, sin importar el país, la edad o el bolsillo. Y con eso, convirtió la televisión mexicana en un fenómeno mundial.

EL POST DE LA SEMANA
TAYLOR’S VERSION

Con esta foto, Taylor Swift nos dijo que por fin es dueña total de su música. ¿Por qué eso importa tanto? Porque durante años, los derechos de sus primeros seis discos no le pertenecían. A los 15 firmó con un sello llamado Big Machine Records. Como pasa mucho en la industria, ese sello se quedó con los masters de sus canciones. En 2019, vendieron la disquera a Scooter Braun, el ex mánager de Kanye. Con la venta, él se quedó con todas esas grabaciones. En vez de quedarse llorando, Taylor lanzó su propia versión de cada álbum, con canciones inéditas y el sello Taylor’s Version, mientras el fandom la respaldaba y abandonaba las versiones viejas. Después de ese anuncio, sus reproducciones en Spotify subieron un 55 %, con picos de hasta 430 % en discos como Speak Now.

Gracias al éxito de The Eras Tour, que rompió todos los récords de taquilla y recaudó más de 2,000 millones de dólares, Taylor pudo cerrar este capítulo a su manera. Aunque no dijo cuánto pagó, medios como Billboard reportan que fueron unos 360 millones de dólares. En su mensaje, agradeció a los fans y escribió que ahora sí, todo lo que ha hecho desde los 15 años le pertenece. ¿Y los discos que faltan? Dijo que ya grabó el primero, Taylor Swift, pero está esperando el momento perfecto para lanzarlo. Reputation sigue en pausa, sin planes claros pero con Taylor, nunca se sabe.

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– Bad Bunny – 21 y 22 de noviembre – Estadio Olímpico

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