Óscar de la Renta, 60 años

La firma celebró su 60 aniversario en la Fortaleza Ozama, el mismo lugar donde empezó la historia de su fundador. Este es el recorrido de Óscar de la Renta, contado desde su origen.

A propósito de que esta semana se celebraron en la Zona Colonial los 60 años de la casa de moda Óscar de la Renta, con un desfile por todo lo alto en la Fortaleza Ozama, vale la pena detenernos y desempolvar el expediente. Fue la primera vez que la firma celebró un aniversario en República Dominicana, de dónde salió el diseñador. 

Todo empezó aquí

Aunque parezca increíble, Óscar de la Renta sale literalmente de la Zona Colonial. Nació en 1932 y creció en una casa de la calle Padre Billini, a una cuadra del mar. Venía de una familia acomodada, algo que ya dicen sus apellidos: de la Renta Fiallo. Era primo de Viriato Fiallo — si su nombre te es familiar es porque así se llama una calle en el Ensanche Julieta, ya que fue político de la Unión Cívica Nacional—. Su madre, María Fiallo, era dominicana. Su padre, Óscar Avelino de la Renta, puertorriqueño.

Fue el único varón entre seis hermanas. Desde niño, lo suyo era dibujar. Su mamá apoyaba esa venita artística. Su papá no, ya que esperaba que siguiera el negocio familiar, una empresa de seguros. Óscar entró a la Escuela Nacional de Bellas Artes con apenas 14 años. Era el más joven de su clase, unos cinco años menor que sus compañeros. 

Primero era artista

A los 20 años se mudó a Madrid para estudiar pintura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Estudió con los maestros más tops como el reconocido Daniel Vázquez Díaz. Ya en España, le fue cogiendo el gusto a la moda, a las telas y a las siluetas. 

A medida que su interés por el diseño crecía, su padre dejó de mandarle dinero. Para buscarsela, empezó a dibujar ilustraciones para periódicos y casas de moda. Talento había, porque consiguió trabajo como ilustrador para nada más y nada menos que Cristóbal Balenciaga (ese mismo Balenciaga). 

El golpe de suerte le llegó cuando le pidieron diseñar un vestido de debutante. En ese tiempo, eso era lo que se hacía cuando las carajitas cumplían cierta edad. Se organizaba un baile y se presentaba oficialmente en sociedad, con vestido largo y toda la parafernalia. Era la forma elegante de decir que ya no era una niña y ya podían buscarle marido. 

La debutante, en este caso, no era cualquiera. Era Beatriz Lodge, la hija del embajador de Estados Unidos en España. El vestido gustó tanto que terminó apareciendo en la revista Life en 1956. Y con eso, el nombre de Óscar de la Renta empezó a sonar. 

Francia vs EE. UU.

De ahí se fue a París y luego a Nueva York en 1963. Entró como director creativo en Elizabeth Arden y ahí entendió el mercado americano. Poco después trabajó con la diseñadora Jane Derby y, luego de esta morir, en 1965 emprendió y lanzó oficialmente su propia marca, Oscar de la Renta. Desde su primera colección introdujo colores vibrantes y una energía tropical en una moda neoyorquina que solía ser más sobria y desabrida. 

Uno de los momentos más importantes de su carrera ocurrió en 1973, en la Batalla de Versalles, una gala benéfica en el Palacio de Versalles (Francia) que puso a cinco diseñadores franceses y cinco estadounidenses a enfrentarse. No era una guerra como tal pero los medios lo terminaron pintando así. En ese momento, los franceses eran los matatanes de la moda, los verdaderos referentes. Del otro lado, estaban los diseñadores norteamericanos que pudiéramos decir lo estaban intentando. 

Mientras los franceses presentaron la alta costura clásica, los estadounidenses llevaron a la pasarela algo más fresco y moderno. También incluyeron modelos afroamericanas, algo poco común para esos tiempos. 

Óscar de la Renta fue el broche de oro porque su desfile fue el que cerró y rompió. La pasarela se llenó de frescura, color y movimiento. El público terminó de pie, aplaudiendo y lanzando los programas de mano al aire. Esa noche marcó un antes y un después y ayudó a que la moda gringa, con de la Renta al frente, empezara a jugar en la misma liga que la francesa.

El caballero de las primeras damas

Óscar entendía a la mujer. Esa fue siempre su ventaja. Creció rodeado de mujeres. Vivió con sus seis hermanas y su mamá. Y eso se notaba. 

A diferencia de otros diseñadores que siguen modas o crean piezas que pocas mujeres usarían en la vida real, a Óscar le apasionaba embellecer a la mujer. Entender cómo quiere sentirse cuando se pone un vestido. Segura. Cómoda. Elegante. Él lo decía: “Mi rol como creador, como diseñador, es hacer lo que yo más puedo por una mujer para embellecerla”.

Con el tiempo, esa sensibilidad lo llevó a convertirse en el modisto de confianza de la Casa Blanca. Así nació el apodo que lo acompañó durante décadas: el diseñador de las primeras damas. Jacqueline Kennedy, Nancy Reagan, Hillary Clinton, Laura Bush y Michelle Obama confiaron en él. 

Hillary Clinton conoció a Óscar por primera vez en 1993, en la recepción de honores del Kennedy Center, cuando ella y Bill Clinton eran los anfitriones en la Casa Blanca. Óscar llegó con su esposa, Annette, y Hillary estaba usando uno de sus vestidos, que había comprado en la tienda. Cuando se saludaron él reconoció el vestido de una vez. Y ella le dijo que le encantaba. 

A partir de ahí, Óscar se puso a la orden y a Hillary eso le cayó como anillo al dedo. Ella necesitaba consejos y asesoría de moda. Con el tiempo, la relación fue más allá de la ropa. Hillary siempre dijo que Óscar no solo fue su diseñador, sino un gran amigo.

Anna Wintour fue otra gran amiga. Con su fama de ser dura y raja tabla, estaba totalmente derretida con Óscar. Lo admiraba. Decía que él hacía que las cosas pasaran. Que era abierto, transparente, y que en su mundo todos tenían espacio.

Era tan cercana la relación con Anna Wintour, que él la convenció para que su amiga Hillary Clinton llegue a una portada de Vogue. Y efectivamente en diciembre de 1998, Hillary se convirtió en la primera primera dama en protagonizar la revista, vestida con un diseño de terciopelo de Óscar de la Renta. Obvio. 

Donde más se le veía el corazón

En 1982 cofundó la Casa del Niño en La Romana, un centro educativo, orfanato y guardería que apoyó a cientos de niños y permitió que muchas madres pudieran trabajar. Allí conoció a un bebé que había sido abandonado apenas 24 horas antes. Óscar dijo que tenía espacio de sobra en su casa y, al año, decidió adoptarlo.

Así aparece Moisés de la Renta, su único hijo natural. La adopción se formalizó en 1983, poco tiempo después de que muriera su primera esposa. En 1989 se casó con la diseñadora Annette Engelhard, su segunda y última esposa, y se convirtió en padrastro de sus hijos.

Punta Cana, su casa y su apuesta

A pesar de haber vivido en algunas de las mejores ciudades del mundo, Óscar de la Renta eligió Punta Cana. En sus últimos años, Punta Cana se convirtió en su proyecto de vida. 

También fue accionista del Grupo Puntacana y, desde su casa en Casa de Campo, invitaba a sus amigos como Julio Iglesias e inversionistas, ayudando a posicionar la zona como un destino turístico de clase mundial. 

Sus amigos narran en el documental producido por el Centro León que a las cinco de la tarde, sin importar lo que estuviera pasando, se paraba y se iba para su casa a jugar dominó todos los días con el chofer, el jardinero y el personal de la casa.

A veces salía a Verón y veía perros realengos en la calle. Los recogía, llamaba al veterinario y luego los regalaba a sus visitas. El estadista y ex secretario de Estado de los Estados Unidos Henry Kissinger, por ejemplo, terminó con un viralata de Verón gracias a él.

Un dominicano con proyección

Juan Luis Guerra lo describe como el embajador más grande que ha tenido la República Dominicana y uno de los mejores diseñadores de todos los tiempos.

Óscar de la Renta fue, antes que nada, un gran ser humano. Modesto, sencillo, agradecido, alegre, encantador. Orgulloso de ser dominicano. Tenía ese carácter nuestro, cercano, pero con una proyección que trascendió fronteras. Amaba su país y lo llevaba consigo a donde fuera.

Era un tipo alegre que le gustaba cantar. Su canción favorita era Casita de Campo. Le gustaban los boleros, los mariachis y bailar.  Se sabía canciones de memoria. De Julio Iglesias, Johnny Cash, ópera, Sinatra, Duke Ellington, Ella Fitzgerald. 

En su momento terminó cantando Bachata Rosa, junto a Juan Luis Guerra y llegó a grabar algunas canciones con su amigo Julio Iglesias. 

El fin de una era

En 2006 le diagnosticaron cáncer pero siguió trabajando. En 2014 diseñó el vestido de novia de Amal Clooney, uno de sus últimos grandes trabajos.

Murió el 20 de octubre de 2014, a los 82 años. En la República Dominicana se declaró un día de duelo nacional. Le pusieron su nombre a una calle en Nueva York y se creó el Premio Internacional al Inmigrante Dominicano Señor Oscar de la Renta, para reconocer a quienes, como él, elevan el nombre del país fuera de sus fronteras.

Después de Óscar

Después de la muerte de Óscar, la casa Óscar de la Renta no se detuvo. Desde 2016, la dirección creativa quedó en manos del dominicano Fernando García y la coreano-estadounidense Laura Kim, quienes habían trabajado de cerca con él y conocían bien su visión.

Y no, la firma no se apagó. Hoy, personalidades como Anne Hathaway, Nicole Kidman, Penélope Cruz, Salma Hayek, Margot Robbie, Jennifer Lopez y Zendaya siguen eligiendo diseños de Óscar de la Renta para galas y premiaciones. Lo mismo pasa en la música y la cultura pop, donde Beyoncé, Taylor Swift y Rihanna han llevado piezas de la casa.

Es muy probable que hayas visto vestidos espectaculares sin saber que eran Óscar de la Renta. Por ejemplo, varios de los looks que usó Lindsay Lohan en la promoción de Freaky Friday 2 pertenecen a la firma.

La Fortaleza Ozama se convirtió este miércoles en pasarela para presentar la colección Pre-Otoño 2026 de Óscar de la Renta, acompañada por la Orquesta Sinfónica Nacional. La colección se destacó por sus telas, inspiradas en seis obras de la artista Maxine Hart, basadas en paisajes dominicanos como El Conde, el Alcázar de Colón y la Fortaleza Ozama, convertidos en estampados.

Solo por esto, vinieron las influencers más populares del mundo gringo. Entre las invitadas hay creadoras que superan los 10 millones de seguidores como Camila Coelho y otras que rondan o superan el millón como Becca Bloom, Grece Ghanem, Valeria Lipovetsky, Vicky Montanari, Jackie Asamoah, Dafne Evangelista, Nicky Hilton y muchas más. Otro que pasó por aquí fue el mismísimo Patrick Ta, el maquillador y creador de los blushes que medio internet ama.

Este era el último desfile de Fernando y Kim ya que este año anunciaron que se apartan de la firma como directores creativos para seguir con su marca, Monse.