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A los 23 años, Rosa y Paúl devuelven a Pizzorno a Santo Domingo

Tras cerrar, Pizzorno regresa este 2025 bajo la dirección de Rosa Arencibia y Paúl Rizek, una pareja de 23 años que decidió asumir el reto de devolver a Santo Domingo una de las pizzerías más queridas de la ciudad.

Pizzorno volvió a encender sus hornos. Abrió en 2020, se ganó a medio Santo Domingo, pero cerró el año pasado. Ahora, en 2025, está de regreso. Esta vez, de la mano de Rosa Arencibia y Paúl Rizek, una pareja de novios de 23 años que llevan casi siete juntos y decidieron asumir el reto de traer de vuelta una de las pizzerías más queridas de la ciudad.

Y no hablamos de cualquier pizzería. Pizzorno es de los pocos locales en el país con la certificación de la Associazione Verace Pizza Napoletana (AVPN), un sello nacido en Nápoles en 1984 que solo reciben quienes siguen al pie de la letra la tradición de la pizza napolitana. En la capital, nada más Il Caminetto y Pizzorno pueden presumirlo.

ROSA & PAÚL

Paúl es ingeniero civil. Rosa estudió Dirección y Gestión Empresarial, pero quizás la has visto en TikTok o Instagram. Ahí comparte videos de lifestyle y vlogs de su día a día.

Su contenido sobresale frente a los demás. Es muy humano. Habla desde la humildad, la gratitud y la bondad. Va compartiendo los aprendizajes que adquiere a su corta edad y sus reflexiones giran en torno a dar y agradecer, siempre con Dios en el centro. 

Y pone en práctica lo que predica. Por ejemplo, en 2023, llevó a cenar a Pizzorno —su pizzería favorita en ese momento— a Carlos, un niño que vendía conconetes en la calle y el TikTok que grabó se hizo viral con 640 mil reproducciones, aplaudido por su generosidad y nobleza.

Dos años después, Rosa vuelve a Pizzorno, pero ya no como clienta. Hoy, junto a Paúl, está al frente del restaurante. Con ellos como dueños, el local regresa a Santo Domingo con la promesa de mantener la autenticidad que siempre lo distinguió.

CÓMO EMPEZÓ TODO

Pizzorno no es la primera sociedad de Rosa y Paúl. Antes de esto ya compartían proyecto en su agencia de marketing, Haus of Brands: él en la parte administrativa, números y propuestas; ella como mente creativa junto a su socia Aalayah Sanlley. 

Todo surgió de manera inesperada en una reunión de trabajo con un cliente nuevo. Entre comentarios sobre pizzas favoritas, Rosa estaba loca porque regresara Pizzorno.

Yo he ido a Italia, yo he probado todas las pizzas de Italia y ninguna le da por los tobillos a la Due de Pizzorno”

Fue entonces cuando el cliente mencionó que Pizzorno estaba a la venta. Paúl conocía al antiguo dueño y bastó una mirada para entenderse. Al salir, Rosa recuerda: “Yo le dije: Escríbele a Andrés, y él me dijo: ya yo le escribí”.

Esa misma noche, a las nueve, arrancaron a ver locales en la ciudad, sin plan ni reunión formal, pero decididos a lo que iban a hacer. 

El local fue un reto. Antes Pizzorno estaba en Naco, pero ahora se ubica en el antiguo local del restaurante La Tapa, en Serrallés. Vieron más de 15 opciones hasta decidirse por el actual, que tiene una terraza amplia y buen tamaño, pero necesitaba una manita de gato. 

Con un presupuesto limitado, lo remodelaron por completo. El interiorismo estuvo a cargo de la joven diseñadora Carola Prida, que le dio calidez y un aire italiano. Hasta el piso fue cortado pieza por pieza. “Cada detalle se ha hecho con mucho amor”, dice Rosa, y se nota. El espacio invita a quedarse en sobremesa, tal cual como en casa.

EMPRENDER A LOS 23

Rosa no le tiene miedo al fracaso. Lo ve como parte del camino y está convencida de que la única manera de crecer es lanzándose. 

“Tirarse al vacío tiene su magia. Porque cuando tú te tiras y tú te entras de lleno a las situaciones tienes que, obligado, crear en ti las habilidades para ayudarte a salir adelante”, dice.

Rosa Arencibia

Abrir un restaurante a los 23 no es sencillo, y ambos reconocen que muchas veces la gente espera que lo sepan todo, cuando en realidad están aprendiendo día a día. “Quizá ahora no estoy preparada, pero estoy mucho más preparada que hace un mes, y en seis meses lo estaré más todavía”, dice Rosa.

Paúl coincide en que nadie arranca listo. “Preparado mentalmente sí, pero realísticamente no. Uno lo que tiene es la gana, y la preparación llega en el camino”. Esa apertura a equivocarse, aprender y seguir es lo que, dicen, los sostiene como socios y como pareja.

Reconocen que la familia ha sido columna vertebral. Sus papás y hermanos se involucraron desde el día uno. Para ellos, contar con una red de apoyo que sostiene cada paso es una de las bendiciones más grandes. 

NOVIOS Y SOCIOS

Aunque Rosa y Paúl siempre habían soñado con tener un restaurante, nunca imaginaron que sería tan pronto. Para ellos, haber llegado aquí es también una sorpresa. Y Rosa lo llama una “diocidencia”. Justo su restaurante favorito terminó siendo suyo.

Arrancar Pizzorno supuso repartirse responsabilidades desde el primer día. Paúl, ingeniero civil, se encargó de toda la parte de obra y remodelación, siendo él el más estructurado. Rosa asumió logística, inventario, además de ser la jefa en marketing y redes. Compras y manejo del equipo los hacen entre los dos. Ella es más espontánea y resuelve sobre la marcha, y él prefiere que todo esté perfecto antes de avanzar. Esa mezcla, dicen, es lo que los equilibra.

La experiencia, además, ha transformado su relación. Pasar por tantos desafíos en tan poco tiempo los llevó a descubrir nuevas facetas del otro. “Yo siempre admiré a Paúl como novio, pero ahora lo admiro mucho más como profesional”, reconoce Rosa.

El reto no es un cachú tampoco. Son jornadas de 12 a 12, incluyendo fines de semana. Claro que pesa dejar atrás viajes, fiestas o planes típicos de su edad, pero lo ven distinto: no sienten que pierden la juventud, sino que la están invirtiendo en otra cosa. Al final, les encanta ser anfitriones a tiempo completo. Ver a la gente disfrutando, socializando y viviendo un ambiente que ellos mismos crean, los hace sentir como si organizaran una fiesta todos los días.

¿SABE IGUAL? 

Sí. Mantener la esencia era clave. La receta de Pizzorno sigue siendo la misma, aunque ahora convive con sabores nuevos y algunas mejoras. La estrella sigue siendo la Due, la pizza que sorprende con la mezcla de pomodoro, stracciatella y trufa. Para asegurar la autenticidad, conservaron a dos pizzeros del equipo original y construyeron un laboratorio de masa aislado, con temperatura controlada, donde solo entra quien amasa.

Con todo esto, mantienen la certificación de la Associazione Verace Pizza Napoletana (AVPN), un sello que solo se otorga a quienes cumplen los procesos y técnicas de la verdadera pizza napolitana.

LO QUE VIENE

Por ahora, Pizzorno está en etapa de soft opening, solo con pizzas y entradas. A partir de octubre, ampliarán el menú con pastas, carnes y ensaladas. La meta, dicen, no es solo crecer en oferta, sino hacerlo sin perder la calidad que distingue al lugar. Por eso, quieren formar un equipo de cocina que no solo ejecute, sino que también proponga y juegue con los platos. 

“Lo importante es que puedas comerte una pizza hoy y dentro de nueve meses sepa igual o mejor”, explica Rosa. El plan es avanzar paso a paso, manteniendo siempre el mismo ambiente acogedor y familiar que ya lograron en estas primeras semanas.

Porque la acogida ha sido buena. En la primera semana vendieron mil pizzas, y ya hay vecinos de Serrallés que han ido cuatro veces en diez días, convirtiendo el restaurante en una extensión de su casa.